CoWorkTrip

O un breve recorrido por los tres meses de Laia en CloudWorks Madrid

A veces una necesita salir de su espacio cotidiano y provocar el cambio, en lugar de esperarlo. El cambio nunca es como lo imaginas, es diferente; y casi siempre te aporta mucho más de lo que proyectaban tus planes y expectativas.

En febrero decidimos dejar el pueblo tres meses, para volver con otra perspectiva y con nuevas experiencias. Algunos lo llaman slowmad, otros turismo de pandemia. Nosotros simplemente decidimos vivir y trabajar un tiempo en otro sitio. Elegimos Madrid porque nos pareció una ciudad lo suficientemente cercana para volver y lo imprescindiblemente lejana para construirnos desde cero. También porque nos gustaba su luz amarilla, porque siempre nos había tratado bien y porque tenía los bares abiertos hasta la once de la noche.

En 2020, después de siete años dinamizando Espai La Magrana y de cinco asesorando a espacios coworking de toda España, decidí que quería ser coworker (nada que ver con la astrónoma o peluquera que proyectaba de pequeña), trabajar en un espacio que no fuera el mío y empaparme de nuevas formas de gestionarlo. Gracias a Marta, nueva CEO de CloudWorks, he podido colaborar con la gestión del nuevo espacio de la compañía, CloudWorks Salamanca y volver a casa con nuevas ideas, personas y proyectos.

Así que, tras todo este tiempo en el sector; como fundadora, gestora, consultora y ahora también como coworker, puedo reafirmar que lo más importante para que un coworking funcione es su comunidad. Y tras tres meses en la capital también puedo corroborar que pocas ciudades te acogen tan bien y tan rápido.

Una de las coworkers con quien más cafés he compartido es Carol; Madrileña con el corazón en Galícia. Una mujer dulce y creativa que combina su agencia de marketing digital con su productora audiovisual. Y mientras escribo este post, se estrena su single Faith.

Chaplin también fue actor, compositor, productor y director de cine. No tenemos porqué quedarnos con una única pasión”.

CloudWorks Salamanca dispone de una luminosa zona fix, de oficinas privadas, de espacios flex y de salas de reuniones. En medio del espacio está el office; un punto de encuentro que conecta el ala este y el ala oeste del coworking todos los mediodías. El mismo office que me conectó con Willy, músico y programador informático canario.

“Las matemáticas y la música son en el fondo lo mismo. El código es un lenguaje y las notas también.”

Venezuela está presente en el espacio, con dos de sus imprescindibles. Angela, City Manager de CloudWorks Madrid. Yessy, la persona que cada día se encarga de la higiene del espacio; esa clase de personas que conseguirían que me quedara un poco más, aunque eche mucho de menos la playa. “Laia, no te vayas. He oído que pronto van a traer un mar a la ciudad”.

En el ala oeste, está PayFlow; una empresa creada en plena pandemia, ubicada en una de las oficinas de CloudWorks. Payflow es una aplicación que sirve para que los trabajadores puedan cobrar por adelantado parte de la nómina y María es su diseñadora gráfica. Una chica encantadora con quien hemos compartido muchas sobremesas.

Delante mío tengo a Jorge, recién llegado de México. Y a Pablo, product manager de Amazon: “Me encargo de hablar y escuchar al cliente para analizar su comportamiento de compra”. Un poco más adelante está Vasilis, de Oak Berry; una compañía brasileña de fast food saludable, con el açai como protagonista. Y al fondo Abraham, construyendo una nueva marca de productos para la higiene y la alimentación de perros.

La lista no acabaría, por qué cada vez que reescribo este post, entra un nuevo profesional por la puerta. Está comprobado que la comunidad de coworkings urbanos es más diversa y rotativa que la ubicada en ciudades pequeñas como la mía. No es mejor ni peor, es diferente; como los cambios o las expectativas.

Lo que más me gusta de esta diversidad es escuchar el murmullo de los coworkers que tengo cerca. A veces pongo la oreja y sigo tecleando para disimular, mientras comparten conmigo una pequeña cápsula formativa de ventas, de branding, de cine o de experiencia de usuario.

Y es que el coworking es como la tele o la radio. Una buena manera de evitar perderte en la paradoja de la elección, porque conectas con lo que el espacio o el canal ha programado para tí ese día. Es un encuentro improvisado con personas que aparecen y te aportan conocimientos random en lugar de contenidos basados en tus gustos o profesión. Que bueno haber apartado Netflix por una temporada; que bueno no haberme metido en otro curso de comunicación para comunicadores y haber descubierto Isla Margarita, la disciplina del tiro con arco, la tortilla de Casa Dani, la evolución del sector cosmético durante la pandemia debido al uso de la mascarilla o el circuito de distribución de un cortometraje.

Echaré de menos Madrid y trabajar con vosotros en las Nubes de Serrano.

Laia Benaiges. Cofundadora de LECO. Experta en COmunicación, COworking y COntenidos.

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